Me encantan los abrazos. Creo que no podría vivir sin ellos pero... Todo el mundo no sabe abrazar.
Hay quien piensa que se dan con los brazos: adoptan la pose de croissant y te enganchan y, a duras penas, apoyan sus manos sobre tu espalda.
No me gustan esos abrazos.
No siento nada con ellos.
Cuando se abraza, hay que hacerlo con todo el cuerpo. Hay que alargar los brazos, que estos se peguen al cuerpo del otro. Hay que acariciar pecho con pecho y sentir que tienes a esa persona en tu regazo, a tu cuidado... que eres su cuna. Y sólo así puedo sentir, brevemente que todo está bien. Sólo así el tiempo puede pasar suave.
¡Un abrazo!
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